Humanización de la medicina

Metro Ciencia(2024)

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La medicina tiene una particularidad: su objeto de estudio es el propio hombre, por lo que hablar de “humanización” de la misma parecería un contrasentido. Sin embargo, aunque resulte paradójico, el médico, con frecuencia, incurre en actitudes arrogantes y una vana ostentación de “superioridad”, que no condice con su noble función. El gran sabio médico canadiense, Sir William Osler (1849-1919), afirmó que un buen profesional de la medicina debe reunir las cuatro “haches”:Humanidad: con razón se afirma que la primera “droga” que recibe un paciente… es la personalidad del médico y que el primer “procedimiento” terapéutico es estrechar las manos del enfermo. Está comprobado que los mejores fármacos fracasan si no se establece la corriente de empatía bilateral que inicia una granítica relación con el enfermo. El médico y filósofo español Pedro Laín Entralgo afirmó: “En la relación Médico-Paciente se funda la medicina entera.”Honestidad: el médico debe ser moralmente íntegro en el más amplio sentido de la palabra, desde la obligación de exponer de manera pormenorizada, a sus pacientes o a los padres o tutores de sus pacientes, el grado de severidad de su afección hasta la información más completa de eventuales riesgos de procedimientos diagnósticos y probables efectos adversos de las medidas terapéuticas, especialmente en aquellas más relevantes, en el manejo de la enfermedad. También debe transmitir la honradez en el manejo de su remuneración pecuniaria; sus honorarios médicos deben ser justos y acordes al servicio prestado. Humildad: el médico, en su papel de “curador”, no siempre asume ese rol humano y, en ocasiones, aparece ante el enfermo y su entorno como un “semidiós” empotrado en el cenit de su ciencia, en la más elevada cumbre de su verticalista posición. Las cíclicas alternancias de luces y sombras, aciertos y errores, éxitos y fracasos, que todo médico tiene en su “historial”, le suministran un periódico baño de humildad que actúa como un verdadero antídoto contra la inexcusable soberbia. Humor: para poder sobrellevar una práctica que es, al mismo tiempo y en partes iguales, gratificante y descorazonadora. En mi larga práctica médica he observado a infinidad de profesionales de la salud que han desarrollado un agudo sentido del humor, como si al observar tantos casos de congoja humana, se hipertrofiara, en la personalidad del facultativo de la salud, un mecanismo compensador que amortigua tanta aflicción.
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